Honduras, en su ilusión de aproximarse a su ideal norteamericano, emula con torpeza en su sistema electoral el proceso de las elecciones primarias. Dicen, para democratizar más las elecciones.
De esta manera, de forma irresponsable, el deficitario Estado gasta más del 8% de su presupuesto general del presente año para organizar esta “fiesta electoral” (en la que sólo 3 partidos hacen el simulacro de elegir a los candidatos que competirán en las generales). Al próximo año, para las elecciones generales, gastará mucho más (en las que participarán 9 partidos). Las elecciones generales son cada cuatro años, pero el proceso comienza dos años antes.
Así, de los cuatro años de gobierno constitucional, dos se dedican completamente a la campaña electoral en la que se derrocha dinero, tiempo y atención. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos miles de millones de lempiras se “invierten” en las campañas electorales de dos años.
El TSE dice que estas primarias cuestan al Estado más de 6 mil millones de lempiras. ¿Puede un pueblo sano aguatar, dos años seguidos, cada dos años, mentirosas propagandas electorales con su propio dinero? Pero Honduras no sólo lo permite, sino que participa en ellas con algarabía.
Así, de los cuatro años de gobierno constitucional, dos se dedican completamente a la campaña electoral en la que se derrocha dinero, tiempo y atención. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos miles de millones de lempiras se “invierten” en las campañas electorales de dos años.
La enfermedad del éxtasis electoral
En cada campaña electoral, los verdugos democráticos llegan en helicópteros y carros del año a saludar a la “pobrería” en las aldeas aisladas sin servicios básicos, sin transporte, sin escuelas, ni centros de salud. Llegan a prometerles mejorías, aunque víctimas y verdugos saben que eso son mentiras, porque de cumplirlos no tendría qué prometer en las próximas visitas electorales.
Familias desnutridas, en sus covachas, con sus niños carcomidos por lombrices, esperan y se organizan para recibir al candidato patrón que los visita. En un ambiente casi místico comentan entre ellos como si tratara del aterrizaje del mismísimo Dios en un helicóptero jamás antes visto.
Y llega el ladrón de los votos. La emoción y jolgorio es total. Banderas, afiches, gorras, bolsas de comida con la fotografía del mesías, se confunde y se reparten. Aquello es una alucinación total. Llegando al delirio colectivo cuando el recién llegado saluda en nombre de Dios y con citas bíblicas.
Concluida la euforia y el éxtasis religioso político, la aldea queda más miserable y sucia que antes. El mesías político se asea y se cambia de traje para liberarse de la pestilencia aldeana. Mientras sus activistas en dichas aldeas (a cambio de una propina) prosiguen con la tarea “pedagógica” de enseñar a los analfabetos a ponerle una cruz en la frente del patrón. ¡Hasta las almas más insensibles lloran al ver aquel grado de embrutecimiento terminal en nombre de la democracia.
! Ante esta situación, los movimientos sociales, las iglesias, las instituciones públicas y privadas, la cooperación internacional, etc., deberían exigir que se supriman las fastuosas elecciones primarias, se despartidice el Tribunal Supremo Electoral, y se ciudadanice al electorado mediante una educación política sostenida para una democracia participativa y menos representativa/patronal!
Extracto del articulo “Elecciones internas y primarias en Honduras” publicado por: El MuertoIII
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