sábado, 3 de mayo de 2014

Así te convierten en adicto
Sentado en una acera, a las 5.00 pm disfrutaba viendo los transeúntes recorrer las tranquilas calles de Siguatepeque.

Repentinamente y sin previo aviso un joven de aproximadamente 25 años se sentó a mi lado, me hizo unas preguntas amablemente las cuales respondí con la misma amabilidad. Posteriormente iniciamos una larga conversación sobre temas sin importancia pero entretenidos.

Por ese tiempo ya ingería alcohol en todas sus presentaciones, como vi al joven como una persona amigable lo invite a dar una vuelta por el “centro”. En el trayecto se nos unió otro amigo.

Lo primero que hicimos fue introducirnos a un expendió de bebidas alcohólicas, pedí tres octavos de Yuscarán y los bebimos. El primer joven salió fuera del negocio y en la penumbra sacó un cigarro y lo fumaba con extrema ansiedad, se notaba en su rostro como lo disfrutaba. Termino el cigarro y se introdujo al expendio.

 Ingerimos varios tragos más, recorrimos otros lugares, incluso compartimos con unas hembras algunos momentos, cuando ya nos retirábamos para nuestras casas, el joven fumador sacó otro cigarro, con gran habilidad lo encendió, no era el común cigarro de tabaco.

Era uno de marihuana, cuando inhalaba su humo lo hacía con una demostración de placer y felicidad, la curiosidad nos incito a solicitarle un sorbo, primero no quería, aduciendo que nos iba a gustar, y que costaba conseguirla, al fin accedió, la reacción que experimente después de 7 “chupadas” fue terrible.
El otro muchacho, demostró más adaptación al alucinógeno, a tal extremo que le solicitaba más al “amigo” éste se la proporcionaba alegremente.

Todos los días llegaba el “muchacho fumador” a sentarse a la acera y disfrutaba su “carruco” daba ganas pedirle, lo hacíamos y el accedía, en el lapso de una semana ya nos tenía como consumidores. A los quince días  éramos sus clientes.

Un día fumé demasiada “M” y casi me muero. Decidí con la ayuda de Dios abandonarla, no así el alcohol.


El otro amigo fue cliente asiduo del “muchacho fumador” por años. Se convirtió en adicto y hoy es una persona despreciada por amigos, familia y sociedad. Terrible pero cierto.

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