Una de mis inclinaciones naturales cuando niño era la exploración de cuevas o grutas, conocí un buen número de ellas, unas más grandes que otras, unas más peligrosas que otras.
Pero fue hasta que vine a trabajar a Copán Ruinas que conocí a una persona que vivía en una de ellas. El habitante de la cueva es un hombre de mediana edad a quien sus familiares le quitaron sus pertenecías (casa y un pequeño terreno), los que le conocen aseguran que perdió el juicio; pero al conocerlo y conversar con Él refleja normalidad y prudencia. Esta cueva (con su huésped) está ubicada en la comunidad rural de Tesorito, Copán Ruinas. Para llegar a ella hay que caminar aproximadamente unos cuarenta minutos del centro de la comunidad. Está en el borde mismo de un acantilado, y es preciso caminar con sumo cuidado. Está rodeada por un pequeño riachuelo, que al llover dificulta la entrada y la salida de la cueva.
Éste personaje tiene hasta crianza de gallinas con sus respectivos nidos para que realicen sus posturas. Ha acondicionado el lugar de tal manera que se le facilita su estancia en tan abrupto terreno. Muchas personas de las comunidades aledañas lo han visitado, cada vez que lo hacen le traen alimentos de primera necesidad, para ayudarlo en la subsistencia.
La última noticia que tuve de Él fue que en un desbordamiento del riachuelo estuvo a punto de ser arrastrado por sus aguas.
Aunque vecinos del lugar le han suplicado insistentemente que se salga de la cueva, que le ayudaran a hacer su casita, asegura que no lo hace porque allí vive muy bien.
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